Cuando vas a toda mecha y no te permites sentir lo que estás haciendo o diciendo.
Cuando estás apático, desmotivado y te tomas todo fatal.
Cuando estás exigente, intolerante, echando culpas al mundo.
Cuando por todo lo anterior la culpa te vuelve como un boomerang.

Cuando pasa todo eso y muchas más cosas que te pasarán, como a todos nosotros, normalmente intentas arreglarlo, cambiarte, prometerte que nunca más vas a volver a decir o hacer aquello.

Ser más positivo, empezar a hacer deporte, hacer dieta sana, salir más, no encerrarte, trabajar el perdón, ser más asertivo, gestionar tus emociones, etc.

Y cuando pasan unos días de esos buenos propósitos, lo más probable es que empieces a sentir un grado de estrés y cansancio muy parecido al que estabas sintiendo antes.
Y eso si no es mayor por el efecto multiplicador del “tengo que… y no llego”.

Pero claro, hay veces que de tanto estrés, tanta velocidad, tantas emociones, tanta ruido dentro la cabeza o de un vacío interior tan grande parar se hace misión imposible.

Que tenemos muchas cosas para compartir contigo. La primera de todas es que TODO ES MÁS SIMPLE. Sí.

En nuestro recorrido vital después de dar muchas vueltas hemos llegado a descubrir que lo más SENCILLO es lo que más nos acerca a nuestra esencia verdadera, a vivir desde una calma interna, nos acerca poco a poco a la felicidad que tanto anhelamos.