Puede que pienses que tienes un montón de problemas, pero cuando te sitúas en el presente en realidad no tienes ningún problema.
Quizá escuchar esto te revuelva un poco, pero te propongo una experiencia práctica:
Ahora, aquí, tal como estás, para un momento, toma tres respiraciones profundas… trata de vaciar tu mente y siente tu cuerpo desde los pies hasta la cabeza… observa tus sensaciones… sigue respirando y cierra los ojos durante 20 segundos… vuelve abrirlos y sigue leyendo.
Si realmente has podido silenciar tu mente un momento y has estado tranquilo es porque has estado inmerso en un espacio donde no había nada. Ni bueno ni malo, simplemente silencio.
Quizá te picaba un pie, tenías hambre o escuchabas los sonidos ambientales, pero al no pensar respecto de nada, nada fue juzgado. Por lo tanto no había problemas. Sólo sensaciones no etiquetadas.
Los problemas son construcciones mentales. Son esas etiquetas que le ponemos a las situaciones, a las emociones y a las sensaciones. Son ideas que decidimos sostener y alimentar y que no sólo nos ocupan, si no que nos preocupan.
Y lo que nos preocupa, nos hace sufrir en alguna medida, por pequeña que ésta sea.
Esto te lleva a la conclusión de que lo que te hace sufrir no son los hechos, sino tu forma de pensar. Las ideas que tienes sobre los hechos.
La realidad es que tu naturaleza es sentir paz y felicidad en todo momento, si no te estás sintiendo así lo único que te lo impide ahora mismo… es un pensamiento.
Ésta es una llave de libertad máxima, porque puedes dejar de ser el resultado de tus pensamientos.
¿Cómo? Siendo consciente de que te has dejado llevar por ellos y decidiendo no identificarte, observarlos, soltarlos, dejarlos ir.
Y una manera fácil de hacerlo es volviendo al presente en todo momento. Volviendo al cuerpo, a la respiración, al silencio.
Esto no significa que no debas atender las situaciones en tu vida que merezcan ser ordenadas. Lo que significa es que puedes escoger como afrontarlas: con sufrimiento o sin el.
Vamos a poner algunos ejemplos:
– Dos amigos viven igual de concienciados en no contaminar, pero uno sufre ante ese hecho y su amigo no. La diferencia está en cómo el primero piensa sobre la contaminación y las emociones que ello le genera. Y puede que los dos sean igual de coherentes o que aporten soluciones. Lo único que cambia es su sistema de pensamiento.
– Dos amigos no disponen de dinero para afrontar sus facturas porque les han despedido del trabajo. Uno se pasa un largo tiempo enredado en pensamientos de enfado y el otro invierte esa energía en buscar otro trabajo.
– Unos padres descubren que su hijo faltó a clase. Los dos van a hablar con su hijo y tratar de ayudarle, quizás tengan que ponerle límites o ser mas comprensivos, pero sintiendo el mismo amor, uno sufre y el otro no.
– Dos hermanos están tristes por la defunción de un familiar. Los dos atraviesan el dolor y la pena naturales del duelo y la pérdida, pero uno se enreda en pensamientos de injusticia y el otro sigue adelante atravesando la sensación dolorosa de perder a un ser querido.
Curiosamente en todos los casos, la persona que no se enreda en su mente suele ser la que acepta los hechos y la que sufre es la que se queda en la negación de los mismos.
Es la que acepta la que es capaz de adaptarse al devenir de la vida con mayor fluidez, siendo también la que va a tener la mente mas serena y menos movimiento interno, por lo tanto va a encontrar la solución o salida a la situación de forma mas rápida y sencilla. Con mayor lucidez y eficacia.
Si estás en el presente no estás en el pensamiento, la mente es temporal, te lleva al futuro y al pasado. Es ahí donde empiezan tus problemas. Lo que sucede tiene un origen mental, pero te genera emociones y sensaciones porque mente y cuerpo son uno. Aunque el origen, siempre es un pensamiento.
En realidad el único problema es que piensas que tienes un problema. Si no lo piensas, no existe.
Aunque si vives en el sistema de pensamiento que da vida a los problemas, es perfecto también, es completamente natural, no sano, pero sí natural, porque es el sistema de pensamiento en el que hemos sido educados. Y sólo haciéndonos conscientes de él en todo momento podremos emanciparnos del mismo.
Por tanto, si pensamos en los problemas como algo real, está bien, pero quizá esto te ayude: tuviste un problema ayer o hace un mes, pero ya fue, ya pasó. O quizás lo vas a tener en el futuro, cuando llegue el final de este trabajo o de esta relación, pero ahora en el presente si te paras y respiras no hay ningún problema. Puedes hacer el ejercicio anterior igualmente y comprobarlo por ti mismo.
El presente es sensitivo, es contemplativo, es perceptible. Es una experiencia constante donde atravesamos emociones, sensaciones y pensamientos sin apegarnos a ellos, aceptándolas, soltando y dejándolas ir, como nubes que surcan el cielo. Volviendo constantemente al presente, al ahora, dejando fluir lo temporal y anclándonos en lo permanente. Lo silencioso. La perfecta vacuidad que todo lo envuelve.
Vida en estado puro, dispuesta a activar tu presencia en el que momento que tomes conciencia y le des tu permiso.
Por todo esto, en el camino sencillo somos conscientes del poderoso efecto sanador del parar, sentir y observar. Por que contiene la semilla de todo este conocimiento.
En el camino sencillo lo llevamos a la práctica, no se queda en meras palabras.
Y para ello nos apoyamos, entre otras cosas, en la meditación , ya que es una herramienta especialmente diseñada para aquietar la mente, conectar con el presente y observar el contenido mental sin identificarte.
Javier Riestra Puga
Equipo de el camino sencillo
2 Comentarios
Sol,
Este artículo parece escrito para mi, en este momento presente me ha colocado en el aqui y el ahora.
Om Shanti🙏
elcaminosencillo,
Que maravilla, Sol, si con solo leerlo ya te ha servido es genial!!! No hay nada que nos alegre más. Bueno sí, que lo conserves! Un abrazo
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